[ES] Pandemia de contradicciones

[ES] Pandemia de contradicciones

El mundo de 2020: clases presenciales suspendidas, trabajo remoto, estadios vacíos, iglesias vacías, fiestas canceladas, distanciamiento (más físico que) social. Aun así, el mundo no se detuvo, y ningún tipo de vulnerabilidad social dejó de existir. Al contrario, más personas necesitaron la asistencia del Estado. Fue pensando en las difíciles condiciones de este escenario que […]

El mundo de 2020: clases presenciales suspendidas, trabajo remoto, estadios vacíos, iglesias vacías, fiestas canceladas, distanciamiento (más físico que) social. Aun así, el mundo no se detuvo, y ningún tipo de vulnerabilidad social dejó de existir. Al contrario, más personas necesitaron la asistencia del Estado. Fue pensando en las difíciles condiciones de este escenario que surgió, a principios de 2021, el proyecto de investigación “Trabajo Social y Comunicación: el lenguaje como elemento esencial para el trabajo del/la Asistente Social”, coordinado por la profesora Mabel Mascarenhas Torres.

El problema del lenguaje, para la investigadora, no es nuevo. Ya había sido abordado en su Doctorado, concluido en 2006 en la PUC/SP. Más tarde, orientó a otra investigadora que estudió las estrategias de comunicación en la política de asistencia social a partir de sitios oficiales, observando cuestionamientos y recomendaciones realizados por profesionales del área. La defensa de la tesis tuvo lugar precisamente en el momento de la suspensión de actividades presenciales, en marzo de 2020, y mostró argumentos extremadamente actuales, asociados principalmente al uso de tecnología de información y comunicación, una herramienta que cobró relevancia en los dos años siguientes. La orientada, Claudiana Tavares da Silva Sgorlon, se convirtió en docente en la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila), en Foz do Iguaçu, y vicecoordinadora del proyecto.

Como recuerda la profesora Mabel, en 2020 el escenario era de cierta confusión, porque nadie sabía exactamente cómo proceder ante la situación pandémica. Aspectos sanitarios, económicos y políticos, por mencionar solo algunos, mantenían una especie de pulso por la hegemonía del discurso, y el resultado es conocido por todos: mucha desinformación, solo uno de los tantos elementos potenciados durante el período pandémico.

Durante la pandemia, se tomaron una serie de medidas sanitarias en todo el país

A pesar del distanciamiento obligatorio, los usuarios muchas veces necesitaban atención presencial, por ejemplo, asistir a un tribunal. Aunque gran parte de los asistentes sociales pasaron al trabajo remoto, a veces necesitaban acudir a algún lugar para la atención, y se adoptaron medidas de seguridad sanitaria, como que el profesional estuviera adentro mientras el usuario permanecía afuera. Además, en casa, herramientas como WhatsApp, video (Meet o Zoom), Twitter e Instagram se utilizaron cada vez más. Mabel relata que muchas Alcaldías desarrollaron sus redes sociales como canal de comunicación a partir de entonces. Las circunstancias forzaron este desarrollo, que hasta ese momento avanzaba a pasos más lentos. Y lo mejor: los profesionales del Trabajo Social fueron llamados a opinar y dialogar sobre la cuestión.

¿Problema resuelto? ¡De ninguna manera! Otro caso de contradicciones expuestas a la luz, según la investigadora. Después de todo, gran parte de la población, especialmente el contingente más vulnerable socialmente, no tiene acceso a Internet (36 millones en 2022, según el IBGE), ni un smartphone con cámara de 50 mil megapíxeles, no tiene correo electrónico ni WhatsApp. No conoce Facebook ni YouTube. Casi 1/5 de los brasileños ni siquiera tiene cuenta bancaria, según datos de hace un año. Son otros dos aspectos que expusieron contradicciones: tecnológico y comunicacional.

Entonces, se hizo aún más evidente la falta de acceso de los brasileños a derechos asegurados por ley, incluida la Constitución Federal, tanto por cuestiones sanitarias como tecnológicas y de comunicación. Los profesionales del Trabajo Social fueron invitados a analizar la nueva realidad, proponer proyectos y tomar decisiones que solucionaran los problemas surgidos, siempre con el deber legal y ético en el horizonte. “Apareció una brecha digital. A veces el usuario, e incluso el asistente social, tenía el equipo, pero no la habilidad”, comenta Mabel. De hecho, el propio servicio de Internet tuvo que mejorar, volverse más rápido, para atender al aumento de personas navegando por ella para trabajar, estudiar y realizar otras actividades que ya existían, pero que fueron potenciadas.

Los derechos fundamentales se vieron afectados por las nuevas circunstancias, como las relaciones laborales. En casa, mucha gente trabajó más horas y redujo su tiempo de descanso, a expensas de sus propios recursos (energía eléctrica, computadora, tiempo, etc.), sin ningún tipo de compensación. Además, el lugar de trabajo y descanso pasó a ser el mismo, porque salir de casa significaba una serie de restricciones, por no decir puertas cerradas. “El mundo íntimo y el mundo público se mezclaron”, resume la profesora Mabel. Así, la solución fue pasar más tiempo en el mismo lugar, frente a la computadora (o el celular).

Divulgación

Notas técnicas

Ahí entró el proyecto de investigación: para recopilar datos de esta brecha al mapear las orientaciones de los Consejos Regionales y Federal, que produjeron Notas Técnicas relacionadas con el teletrabajo y la telepericia, entre otros. La informatización de servicios por parte del gobierno no es ninguna novedad, señala la profesora: el Dataprev (Empresa de Procesamiento de Datos de la Seguridad Social) fue creado en 1974, hoy vinculado al Ministerio de Gestión e Innovación en Servicios Públicos. Pero la pandemia expuso nudos y contradicciones que tuvieron que desatarse sin interrumpir los servicios.

Todo esto, reflexiona la profesora Mabel, se reflejó en la manera de comunicar, oficial y extraoficialmente. Es fácil entender la idea de que los mensajes intercambiados por redes sociales, por ejemplo, tienen características propias y están marcados por la extensión reducida y el mayor uso de imágenes.

El Trabajo Social, como todas las demás áreas, utiliza la lengua escrita y la oral. Trata con usuarios muy diferentes entre sí, al mismo tiempo que se dirige a colegas de profesión, agentes y autoridades públicas. Aun así, según la investigación, el lenguaje en general tuvo que volverse más compacto. “La limitación de caracteres fue un desafío”, cuenta la profesora. El aumento del uso de la escritura generó elementos que reemplazaran el subtexto de una conversación presencial (entonación, volumen de voz, expresiones faciales, etc.). “Los profesionales también tuvieron dificultades y tuvieron que reelaborar su propio pensamiento para ser comprendidos”, observa Mabel.

Así, una de las preguntas del proyecto fue: “¿Está siendo eficiente el lenguaje?” Porque no se trata solo de la habilidad para comunicarse a través de los canales tecnológicos, sino que va más allá. Mabel ejemplifica con implicaciones éticas. Por ejemplo, la confidencialidad: al conversar con un usuario, ¿será que nadie más en su casa está escuchando? “El entorno puede no ser seguro”, dice ella. La profesora recuerda, además, que las conversaciones por video exponían este entorno, como si el interlocutor estuviera en su propia casa. Al principio, no existía la opción de desenfocar el fondo o colocar otra imagen.

Divulgación

Desinformación

Tanta información en circulación creó otro monstruo: la desinformación, de todo tipo. Esta es otra contradicción abordada en el proyecto de investigación. “Tuvimos desde la simple negación de la enfermedad hasta el chip insertado en la vacuna, además de la innumerable información falsa sobre la ayuda de emergencia”, recuerda Mabel. Según ella, se crearon al menos un centenar de aplicaciones falsas sobre la ayuda, lo que dejó a miles de víctimas de estafa. Siempre es bueno recordar: al principio, la falta de información generó una verdadera babel: nadie tenía certeza absoluta de nada.

“La pandemia sacó a la luz muchas cosas que hasta entonces no se habían debatido”, analiza la profesora. Desde su perspectiva, el período de aislamiento creó, aquí hay otra contradicción, una sociedad de individuos con menos vida íntima. Peor aún, aumentaron las notificaciones de violencia contra ancianos, niños y mujeres, según documentos oficiales de organismos como la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Salud, la Fundación Osvaldo Cruz, replicados por el Consejo Federal y los Consejos Estatales de Trabajo Social. ¿Recuerdas esa historia que se difundió en las redes sociales de que después de la pandemia la Humanidad sería más compasiva y las personas serían más humanas? No creíste en eso, ¿verdad? No compartiste nada de eso en tu perfil, ¿cierto?

La observación de los sitios de los Consejos reveló tres ejes principales de noticias: (muchas) banderas de lucha; cambios en el trabajo (escenario que ya estaba empeorando antes de la pandemia); y actuación profesional (aumento de la demanda de usuarios y adaptaciones al escenario). Y aquí está otra contradicción: al mismo tiempo que el Estado es “demonizado” (en palabras de Mabel) como un ente ineficiente lleno de servidores que poco o nada trabajan, los médicos y enfermeros de hospitales públicos y unidades básicas de salud fueron elevados a la categoría de héroes durante la pandemia y aplaudidos con justo mérito. Aun así, según la profesora, la sociedad brasileña sigue sufriendo una desfiguración y desregulación de derechos como, por ejemplo, con las leyes que han precarizado las relaciones laborales.

Post-pandemia

Una vez asentada un poco la polvareda, el proyecto no deja de enfocarse también en la propia Academia. Alumnos y docentes también sintieron el impacto del aislamiento, el estudio remoto, la falta de vivencia en el Campus, y aún necesitan poner este fenómeno bajo lentes teóricas. “La profesión continúa, y muchas cosas continúan, como necesidades que ya existían, la precarización”, afirma la profesora Mabel. Pero los períodos de tensión o ruptura pueden ser un “mal necesario”, según ella, porque amenazan ese control sobre todo y favorecen la capilaridad de los efectos, que pueden llegar a todos, aunque normalmente también crean problemas que no existían.

Producción científica

El proyecto ha participado en eventos científicos y ha producido contenido (textos). En mayo, en Londrina, debe participar en el triple evento V Congreso Internacional de Política Social y Trabajo Social: desafíos contemporáneos; VI Seminario Nacional de Territorio y Gestión de Políticas Sociales; V Congreso de Derecho a la Ciudad y Justicia Ambiental.

Ya ha realizado presentaciones en el extranjero, como en la JOINPP (La Jornada Internacional de Políticas Públicas), y ha publicado dos artículos en revistas y un capítulo de libro en la Universidad Federal de Mato Grosso. Otra publicación debe ser lanzada por la Universidad de Temuco (Chile), ya que el proyecto integra un grupo de investigadores sudamericanos. La idea, por cierto, es formar una red internacional de investigadores.

El proyecto cuenta con la participación de docentes de la Universidad de Brasilia (Kenia Augusta Figueiredo), Universidad Estatal de Maringá (Eduardo Luís Couto y Vanessa Rombola Machado), así como estudiantes de grado y posgrado, incluyendo becarios de Iniciación Científica, CNPq y Fundación Araucaria. Ha obtenido recursos financieros y becas a través de convocatorias y tiene estudiantes de todos los niveles: grado, Maestría y Doctorado.

La profesora Mabel también finalizó, en febrero de este año, una investigación de posdoctorado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, que abordó el uso de tecnologías en las competencias del profesional de Trabajo Social, teniendo en cuenta “alteraciones invisibles” observadas en los últimos años.

“La pandemia sacó a la luz muchas cosas que hasta entonces no se habían debatido”, analiza la profesora Mabel Torres, coordinadora del proyecto de investigación

Traducción: Lolita Bussi

Revisión: Prof. Dr. Jefferson Januário dos Santos

Original: Edición 1430, mayo 2024

Publicado em

É autorizada a livre circulação dos conteúdos desta página em qualquer meio de comunicação, eletrônico ou impresso, desde que citada a fonte.