El difícil proceso de restauración de los bosques

El difícil proceso de restauración de los bosques

Son necesarias innumerables acciones, realizadas en etapas que no pueden saltarse o abreviarse, y requiere un monitoreo periódico

Desde los dibujos animados hasta las campañas escolares de Educación Primaria, un pensamiento ecológico es recurrente: dejar que la Naturaleza se recupere sola puede ser la mejor forma de restaurarla. Sin embargo, no es exactamente así: a veces, es necesario que el ser humano (por lo general, el mayor destructor) colabore. Esto se llama “regeneración natural gestionada”. Es lo que explica el profesor José Marcelo Domingues Torezan (Departamento de Biología Animal y Vegetal), coordinador del Programa de Pesquisas Ecológicas de Longa Duração (PELD) y líder del Laboratorio de Biodiversidad y Restauración de Ecosistemas  (Laboratório de Biodiversidade e Restauração de Ecossistemas Labre-UEL). En 2024, Torezán orientó a por lo menos cuatro investigadores.

“La restauración no son piezas Lego”, bromea José. En otras palabras, no basta  encajar las piezas para obtener el resultado idealizado y completo. Plantar árboles en áreas degradadas, por ejemplo, es solo una de las muchas técnicas conocidas. Son necesarias innumerables acciones, realizadas en etapas que no pueden saltarse o abreviarse, y requiere un monitoreo periódico.

Esta idea es preliminar para entender la investigación desarrollada por la bióloga Jéssica Oliveira Araujo, que defendió su tesis de Maestría en el Programa de Posgrado en Ciencias Biológicas de la UEL en febrero de 2024. En su estudio, Jéssica examinó y comprobó patrones de ausencia de especies leñosas en áreas de restauración en el norte de Paraná, donde actúa el PELD local. Bajo la orientación del profesor José Marcelo, Jéssica fue admitida en el mismo Programa para desarrollar su tesis doctoral.

La región estudiada abarca varios municipios y áreas e incluye, en ciertas ocasiones, pequeños fragmentos dispersos del Bosque Atlántico (Mata Atlántica), el bioma más amenazado de extinción en todo el mundo. En 1500, el Bosque Atlántico cubría aproximadamente el 15% de todo el territorio brasileño. Los estados de Paraná, Rio de Janeiro y Espírito Santo estaban totalmente cubiertos de Bosque Atlántico, dentro de una franja que unía los dos de sus principales ríos. Actualmente, hay regiones en las que simplemente la Mata ha desaparecido, y otras donde solo queda un máximo del 10%. De acuerdo con el profesor José Marcelo, solo entre 1934 y 1954, 90% del Bosque Atlántico fue devastado en Paraná, período en que era un acto pionero tomarse una fotografía sobre una peroba rosa derribada.

Con esta fragmentación, los bosques remanentes guardan diferentes composiciones estructurales de flora y fauna, lo que hace que cada uno sea único. Este es uno de los aspectos destacados de la investigación de Jéssica: no hay estudios similares anteriores, ya que cada región del Bosque Atlántico es única. Se puede enfatizar, por ejemplo, una disertación académica sobre regeneración natural en un fragmento forestal en la Mata de Miritiba (cercana a Recife), de la Universidade Federal Rural de Pernambuco, de 2017. El Bosque Atlántico es singular, sin embargo, presenta características diferentes.

“La acción humana es positiva, sin embargo, el ser humano jamás logrará, por sí solo, recuperar un bosque”, afirma la investigadora Jéssica Araújo

Bosque estacional semidecidual

El estudio recién defendido en la UEL abarca lo que se llama “bosque estacional semidecidual” (FES), es decir, un bosque situado en una región que alterna períodos de mayor humedad (lluvias) y sequía, así como temperaturas altas y bajas. Esto se refleja en la pérdida del 50% o más de las hojas de los árboles en el tiempo más seco. Se trata de áreas cuyos límites, en contacto con la actividad agrícola, suelen provocar la pérdida de especies y alteraciones en el microclima. La investigación tuvo como objetivo evaluar la ocurrencia de especies leñosas (plantas que producen tronco leñoso o madera) en sitios de restauración, comparándola con la flora regional y con las listas oficiales de especies amenazadas de extinción, lo que posibilitó elaborar una “lista de ausentes” con patrones definidos. El estudio detectó cerca de 80 especies en áreas reforestadas dentro de propiedades rurales. Los productores, según el profesor José Marcelo, fueron muy receptivos y les ayudaron bastante, permitiendo el acceso de los investigadores del PELD a sus tierras.

Hay, por supuesto, una serie de huecos en el conocimiento sobre el lugar. No es posible saber, por ejemplo, cómo era cualquier área hace un siglo o incluso hace un milenio. Por eso el trabajo de restauración es en colaboración con la Naturaleza. Al fin y al cabo, es ella la que “decide” qué prosperará allí. En términos más científicos, José Marcelo explica que es un trabajo continuo, dividido en etapas que no pueden saltarse ni omitirse, junto con un monitoreo periódico para identificar qué especies soportan o no el ambiente, teniendo en cuenta varios factores, como la exposición al sol o la sombra, nivel de humedad y variación de temperatura.

Como es el caso de la investigación que hizo Jéssica, al recolectar datos hace cerca de 13 años y, también con otros más recientes, de 2017. La pandemia, por supuesto, impidió las visitas por dos años. Los patrones que ella buscó se refieren, por ejemplo, a la tolerancia de la especie a la sombra; a la densidad de la madera; al síndrome de dispersión, tal como, procesos que ayudan a esparcir semillas y frutos con relación a la planta madre: el viento y los animales son ejemplos de agentes dispersores. Otra categoría se refiere al estrato en que la especie se sitúa, es decir, si está en un soto, bajo un dosel (cobertura de árboles más altos), o si es emergente (crece sobre el dosel).

“Construye y ellos vendrán”

Además, la investigadora probó la llamadaHipótesis del Campo de los Sueños” (Field of Dreams), basada en la película de 1989 protagonizada por Kevin Costner. En la trama, el personaje construye un campo de golf en un maizal, motivado por historias de antiguos jugadores. “Si lo construyes, ellos vendrán” es la frase que da origen a la Hipótesis. Con el campo construido, los antiguos ídolos vienen del otro la de la vida para jugar.

En la investigación, se trató de “dar un impulso inicial” con la siembra de especies seleccionadas y verificar si otras especies “vendrían”. Jéssica explica que el tiempo del estudio es relativamente corto, pero en ciertas áreas llegaron cuatro especies, y en otras, catorce, a veces similares, a veces distintas de las categorías preestablecidas, definiendo así los conocidos patrones de ausencia. Se comprobó la contribución de animales como dispersores y el crecimiento de los árboles mostró ser más lento, pero cuando el tronco era más blando, el crecimiento era más destacado. Una de las conclusiones, por lo tanto, es que el “impulso inicial” es positivo, pero el ser humano solo jamás conseguirá recuperar un bosque.

José Marcelo coincide: “Solo plantar no es restaurar. El desafío es más grande”. La extinción es una amenaza real y presente. Hay especies, según los investigadores, que no consiguen retornar al área en restauración. Algunas, “encerradas” (aisladas) en los fragmentos de Bosque, no tienen agentes dispersores para llevarlas a otras áreas, lo que puede ser otro factor de la referida “ausencia”. Es ahí donde la tecnología puede ayudar, observa el profesor. Como él dice, “el principal insumo de la ecología es la gente”.

Tan solo entre 1934 y 1954, 90% del Bosque Atlántico fue destruido en Paraná,
afirma el profesor José Marcelo

Versão em espanhol: Bruno Miguel Cardoso Pinheiro. Revisão: Jacicarla Souza da Silva (Programa Paraná Fala Espanhol). Matéria originalmente publicada na Edição número 1428 do Jornal Notícia, em março de 2024.

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